lunes, 17 de diciembre de 2018

ACTO IV. LA SEGUNDA PUERTA



Total oscuridad, apenas comienza a distinguirse una puerta frente al telón, se escuchan voces, pero no se ve de quién son, ni se distingue qué es lo que están diciendo; un halo místico sonoro, un eco reverbera en el ambiente, emerge vapor de ambos lados de la escena. La perilla comienza a moverse torpemente, alguien la mueve desde el otro lado. Logra abrirla. Es Sabine, entra en la oscuridad y la puerta se cierra detrás de ella mientras observa que en esta nueva realidad no hay nada, no es como la aldea, aquí no hay sol, aquí no hay gente alegre o aves inmensas, hay apenas una ligera iluminación azulada, no haya nada… al percatarse de que no hay posibilidad de nada trata de reabrir la puerta, no puede, se abre del otro lado. –“Demonios”- dice para sí misma –“¿Y ahora?”- Ve a su alrededor, no hay nada, en esta ocasión no logra ni distinguir al público, se voltea hacia la puerta y golpea gritando –“¡Maul! ¡Pigette! ¿Me escuchan? ¡Creo que entré a la puerta equivocada! ¡Aquí no hay nada!”- Golpea la puerta sin recibir respuesta –“Demonios ¿a dónde entré? Debí de haber entrado a la puerta del extremo izquierdo… Nos enseñan a leer en ese orden desde primaria, pero no, la muy emperatriz tuvo que entrar por la puerta central… egomaniaca idiota”- Vuelve a pegar en la puerta repitiendo los nombres de sus amigos; mientras esto sucede más y más neblina inunda la escena, el color azul atenuado crece, pero ella sigue sin distinguir nada más que la puerta; continúa llamándolos, pero empieza a darse cuenta que ni se abrirá ni la escucharán… -“Calma Sabine, si liberaste a un pueblo de la esclavitud seguro puedes escapar de un lugar como este… ¿pero qué clase de lugar es? No se ve nada… ¿a dónde demonios vine? Debí escuchar a mis amigos…”- Empieza a desesperarse, se dice a sí misma –“Calma Sabine, calma… No te precipites; tú puedes encontrar la manera de salir de aquí, si en la aldea hubo más puertas seguramente por aquí encontrarás una nueva puerta… O no…”- Voltea hacia los lados, no ve nada –“¡Hola! ¿Hola? ¿Alguien me escucha? ¿Hay alguien por aquí? ¿Existe alguien por aquí? ¿Hola? ¡Hola!”- La neblina cubre casi completamente a la puerta –“Mmm… La neblina se tragará la puerta ¿debería de hacer algo?”- Da un paso para adelante pero se detiene –“¿Para qué? Ni la puedo abrir… ¿Y si ya no hay otra puerta para escaparme?”- La neblina consume la puerta y la oscuridad total vuelve.
Se abre el telón, el escenario está vacío, ya no hay aldea, ya no hay arbolitos, no hay estatua de rey mago, solo un piso vacío, la neblina que continúa fluyendo incesante y esa luz azul tenue de antes. Sabine tampoco está. Difuso, en las alturas, ahora de color ceruleo aparece el astro solar. Del lado derecho sale Germán, éste se detiene y le ve. –“Sol”- dice muy a secas, éste responde –“¿Ha partido? ¿La emperatriz nos ha abandonado?”- -“Sí. Ella sí pudo abrir las puertas del Alcalde”- -“He recordado sobre las puertas… No sé porqué las olvidé… era algo importante… incluso tiene que ver con los últimos días del rey mago”- -“¿Porqué sol?”- -“Creo que la única vez que el rey mago me habló de ellas fue antes de partir”- -“¿Partir? Es verdad, casi no hablamos sobre la muerte del rey mago”- -“Esto es porque el rey mago no murió, partió”- -“Por las puertas”- -“Los últimos días que le vi, le sentí cansado, hastiado de tanta alegría que había en la aldea… el mago esperaba más del mundo, pero aquí había logrado tanto como había podido”- -“¿Aja?”- -“Me habló de caminos que no llevaban a ningún camino. Me habló de portales que le habían llevado a nosotros, y que le señalaban más allá de nosotros”- -“Las puertas”- -“No estoy seguro que las haya mencionado literalmente, solo que habría 7 caminos nuevos, cada camino oculto para cualquiera de los aldeanos, reaparecible solo si un nuevo viajero llegara a aparecer por la aldea”- -“Los 7 caminos son las 7 puertas, pero ¿porqué estaban ocultos en la sala del alcalde?”- -“Él les mencionó secretos, el mago ocultaba más de lo que nos decía, tu misma labor es evidencia de eso ¿no lo crees?”- -“Pero si nos lo encomendó talvez sabía que el secreto se revelaría y debería de haber la manera de evadir esas trabas contra los no-viajeros”- -“O convertirse en uno”- -“¿Tú viajarías si pudieras?”- -“Yo no puedo, sigo en este mismo lugar desde siempre e imagino que aquí me quedaré para siempre…”- -“Un viejo apareció antes  de la partida de Misfit, le advirtió que no lo hiciera y aún así ella lo hizo ¿y si fue a un lugar al que ella no debiera de ir?”- -“Pues pensando solo en lo que ha pasado… si el mago entró a una de esas puertas, y sigue vivo, el mago nunca regresó”- -“¿qué debemos hacer, sol? ¿Seguir con nuestras vidas como si nada o encontrar la manera de seguirle? ¿De traerla de vuelta?”- -“Los aldeanos del tiempo del mago celebraron su vida, nadie le siguió”- -“Porque nadie entendió que sucedió”- -“Ahora que tú lo sabes ¿qué harás entonces?”- El sol se difumina en lo oscuro del firmamento, Germán se pierde entre neblina.
Entre un nostálgico violín y una lejana y lenta tonadita de una caja musical, envuelta en el eco del vacío, Sabine vuelve a aparecer, perdida, meditante y contemplante. Sigue sin haber más que el tono azuloso y la neblina en el escenario. Ya no grita, ha dejado atrás la fe de que alguien le contestará… Habla en soliloquio –“No, Sabine, no hay nadie, ya llevas caminando bastante tiempo y no hay signo ni de que haya alguien, ni de que haya algo, este lugar es un vacío… No sé ni de dónde venga el vaporcito este y ese destello azuloso, no hay nada, como si las leyes de física no aplicaran aquí… La puerta desapareció y no tengo idea si he avanzado, si me he movido o si solo he estado moviéndome en círculos, y como no hay nada para hacer referencia no sé qué demonios esté pasando por mí o cuánto tiempo he estado aquí dentro ¿habrán sido horas? ¿Habrán sido días? ¿Meses? ¿Años? Si me diera cuenta de cuánto tiempo he buscado y pudiera corroborar el paso del tiempo ¿me angustiaría de verdad? ¿Porqué no siento angustia o preocupación real? ¿Cómo podría saber si la tengo y no me doy cuenta? ¿Qué podría hacer para recuperar mi noción de existencia? ¿Pincharme? ¿Y qué pasaría entonces? ¿Moriré de hambre? ¿Moriré de sed? ¿Moriré de angustia?”- -“No, no puedes morir de hambre”- Se escucha una vocecilla decirle desde ningún lugar –“¿Qué? ¿Quién dijo eso?”- -“Nunca creí ver a alguien por aquí otra vez?”- -“¿Quién eres? Sal a donde pueda verte”- -“Nunca pensé que alguien más llegara a estar en esta tierra alguna vez más”- -“Aja, aja, ya te entendí, ¡Sal! ¡No sé si existen o mi cabeza empieza a inventar voces para no volverme loca… algo así como Wilson”- -“¿Wilson?”- -“El del náufrago ¿no conoces a Wilson? No, imagino que no, dudo que haya algo para ver cine o tele por aquí”- -“Wilson Cinetele, qué nombre tan raro”- -“¿Quién eres? ¿De dónde me estás hablando?”- -“Yo no sé si me llamo Wilson Cinetele, no recuerdo si yo tuviera un nombre”- -“Sí, sí… No sé si eres estúpido o te estás burlando de mí”- -“Yo no soy estúpido, y no estoy seguro si me llamo así ¿de dónde sacaste semejante información?”- -“Mira, si no existes o no quieres mostrar tu existencia, te pido que entonces no me estorbes, no sé dónde estoy, no sé qué hago acá, no sé cómo salir, no tengo tiempo de averiguar qué demonios eres tú”- -“Tú preguntaste si morirías de hambre, no puedes”- -“¿Oh sí? ¿En serio? A ver, Wilson Cinetele, dime porqué, seguro tu explicación será del mayor de mis intereses”- -“Nadie muere de hambre aquí porque aquí no existe ni la muerte ni el hambre”- -“Wow, el sueño de cualquier nación, pero si no hay nación de que sirve no morirse o no tener hambre”- -“Todos los que estamos aquí no hemos comido en siglos, no hemos siquiera pensado en alimentos”- -“¿Estamos? ¿Sugieres que hay más de una vocecilla rara en este mundo?”- -“No soy una vocecilla rara, soy un niño”- -“Un niño invisible…”- -“Jajaja, qué tonterías dices, los niños invisibles no existen”- -“Bueno, al menos ya sé que tienes noción de que si existes, que no eres parte de mi imaginación o mi demencia”- -“¿Cómo puedes decir eso? No podemos estar seguros de que no nos encontramos dentro de tu imaginación o tu demencia, es imposible saber a ciencia cierta si estamos en uno o en otro lugar”- -“De donde vengo solemos saber dónde estamos y con quién hablamos”- -“Yo sí sé dónde estoy y con quién hablo… Eres Sabine ¿no es verdad?”- -“Increíblemente no me sorprende que sepas mi nombre… empiezo a acostumbrarme a lo popular que soy en estos reinos de los portales”- -“¿Popular? ¿Cómo podrías ser popular en un reino donde realmente no hay nada?”- -“¿Entonces confirmas que no hay nada? ¿Podrías al menos decirme cómo me conoces?”- -“He sido mandado a llevarte y también he sido mandado a advertirte”- -“¿A llevarme a dónde? ¿A advertirme de qué?”- -“¿Qué no ves lo peligrosa que la nada puede ser?”- -“Honestamente no veo nada, mi estimado Wilson, y si no te apareces de una vez por todas no pretendo seguir hablando con nadie, así que decídete ahora”- Silencio. Wilson Cinetele no contesta –“Lo supuse… Ahora si me permites seguiré caminando como tarada”- Se dispone a caminar y Wilson le vuelve a interrumpir –“Según he oído no eres tan tarada… Quien me ha mandado por ti dijo que seguramente para cuando te hallare hasta una emperatriz habrías sido”- Sabine le ignora y sigue caminando –“¿No me harás caso?”- Le sigue ignorando –“¡Espera!”- Entra de un brinco a escena. Wilson es un personaje pequeño, con una gran gabardina con parches puesto a lo largo de todo su telar, unas botas de lluvia de color gris oscuro, un sombrero de punta medio carcomido que también trae parches, usa gogles y lleva la cara vendada.
Una ligera luz cenital alumbra al recién llegado, Sabine no le dice nada, contempla su extraño aspecto, él tampoco dice nada. Ella finalmente habla –“¿Tú eres Wilson?”- -“No estoy seguro que ese sea mi nombre, pero claro, puedes llamarme así, si tu quieres”- -“¿Quién te ha mandado a que me guíes y adviertas?”- -“Un personaje bastante peculiar”- -“¿Peculiar cómo?”- -“Pequeño, mágico”- -“¿El Rey Mago?”- -“¿El Rey Mago? ¿De qué hablas? Me advirtieron que serías extraña, pero no tanto”- -“Un personaje pequeño, peculiar y con magia”- -“¡Exactamente, finalmente nos estamos entendiendo!”- -“¿Y a dónde te indicó este pequeño peculiar que me lleves?”- -“Al extremo sur de la nada”- -“¿Cómo sabríamos dónde es norte y dónde es sur si no hay nada?”-  -“El sur es hacia abajo, el norte es hacia arriba”- -“No me digas”- -“Sí, y deberíamos apresurarnos si acaso quisieras ver la aureola imperial camino al sur”- -¿Aureola Imperial?”- -“Sí, ya sabes, luces en el cielo y cosas por el estilo”- -“Aurora Boreal”- -“Exacto, aureola imperial”- A Sabine no le agrada tanto Wilson; éste mete la mano en el bolsillo de la gabardina en lo que hablan de la aureola imperial, por eso casi no hace caso de Sabine. De la bolsa saca una gran brújula –“¡Una brújula!”- Clama Sabine emocionada, el personajito dice –“Pues claro, ¿De qué otra manera llegaríamos al sur? ¿Una escaleras invisibles también? Eres muy extraña… Aún más extraña que el pequeño emisor”- -“El mago”- -“Sí, claro, lo que digas, sígueme”- Wilson se adelanta y Sabine le sigue. Salen de escena.
Se escucha un golpeteo de una puerta. –“¡Tengo que verlo! ¡Tengo que verlo!”- Se escucha Germán gritando. Alguien dice –“Sí, señor concejal, pase, no tiene porqué alterarse”- Germán entra del lado derecho; del izquierdo unos cerditos esclavos sacan al alcalde con una camisa de rayas, la típica de los presos. La luz azul sigue predominando. El prisionero dice –“Concejal Maul ¿A qué le debo el placer de su visita?”- -“He hablado con el sol”- -“Excelente, todos lo hemos hecho alguna vez”- -“¡Sabes de qué estoy hablando! ¡De las puertas en el cuarto secreto!”- -“¿Y de qué hablaría el sol de una alcoba secreta dentro de la alcaldía? ¿Desde cuándo el sol puede entrar a casa de los aldeanos o ver a través de las paredes?”- -“Déjese de tonterías, sé que el Rey Mago cruzó por esas puertas hace muchos años, por eso desapareció”- -“Yo no tengo tanto años, concejal, solo la vida me ha tratado un poco mal, he sido victimizado ¿no lo ve?”- -“Pigette me dijo que usted sabía de la habitación secreta… Por instantes podríamos haber tenido ese cuarto como el último gran secreto del mago, pero sé que sabía”- -“¿Qué podría saber yo al respecto? ¿Qué no el pusilánime traidor que mencionas te ha hablado de lo que yo sé? ¿Para qué vienes a importunarme en este paraíso presidiario donde me tienen? Vete, vuelve a tu gratificante vida de político sin uso alguno…”- -“¡Déjate de tonterías Alcalde! ¡Me vas a decir lo que vine a buscar o querrás haber sido tú el que desapareciera por esa puerta que guardabas!”- -“Así que sí entró”- -“Te alegra”- -“En cierto modo… no sé qué haya dentro de las puertas, nunca pude abrirlas, pero sí, sí sabía de su existencia, y lo que me alegra es que alguien haya podido penetrarlas”- -“¿Qué sabías de las puertas?”- -“¿Qué ganaré por esta información Sr. Concejal?”- -“Que no te dé una paliza”- -“Uy, el policía malo se hace presente, ¡me encanta!”- Germán gruñe –“Gruña todo lo que quiera, concejal, dolor peor que el de soportar perder todo lo que usted y sus amigos me quitaron no puede haber”- -“Pongamos su premisa a prueba”- Germán se le avienta al alcalde y le arrastra hasta fuera de escena.
-“Aquí es”- -“¿Aquí es qué?”- -“Donde las aureolas imperiales suceden”- Entran Wilson y Sabine. Ella dice –“No hay nada aquí tampoco… Siento que hemos caminado en balde todo este tiempo”- -“¿No confías en mí? ¿No confías en mi brújula?”- -“Honestamente no”- -“Pues entonces emprende tú tu propio camino”- Se escucha un coro misterioso –“¡Escucha! ¡Ha comenzado la primavera!”- (Veris Leta Facies, Carl Orff) –“¿La primavera?”- Un círculo tenue de luz roja y naranja emerge de la parte superior del escenario, un par de montes cubiertos en ojos surgen de los lados –“¿Qué sucede?”- -“Es la primavera, niña… Eres de difícil comprensión ¿te lo han dicho?”- Enfada a Sabine –“Presta atención y deja de hacer corajes, las aureolas van a comenzar. Ve”- De repente unas formas viscosas surgen del suelo hacia los cielos, desapareciendo al tocar el círculo rojo. De cada punto del escenario surgen estas creaturas también rellenas de ojos elevándose hacia el círculo rojo. Wilson le explica –“Estas son las aureolas imperiales, creaturas que parten del submundo para encontrarse con la luz superior. Surgen cada equinoccio de primavera y se vuelven el más grande espectáculo de nuestra realidad”- -“¿Hay más espectáculos en tu realidad? De donde vengo he visto espectáculos que dudo mucho haya por aquí… De no ser por estas aureolas y ese par de montes no creería que hay algo más por aquí”- -“¿Y la luz roja? ¿Y yo?”- -“Oh, sí, ahora que lo pones de esa manera creo que es mejor aquí que en la aldea”- Wilson sonríe orgulloso de su realidad. De un momento a otro la salida de las aureolas cesa y la realidad vuelve a la normalidad; la luz roja desaparece, también las aureolas, la luz azulada vuelve, también la neblina. –“¿Ahora qué?”- -“Hay que continuar nuestro camino hacia el sur”- Ve su brújula –“Vamos bien, es por allá… No tardaremos tanto en llegar”- -“¿Llegar? ¿Llegar a dónde?”- -“A donde me encomendaron llevarte”- -“¿Y dónde es eso?”- -“Hasta donde ya no pueda pasar. Ahorita estamos a la orilla de la nada, por eso hay cosas bonitas aún… Más allá solo podrás entrar tú… Y mira, francamente tus posibilidades casi son cero, pero si no son cero esas son buenas noticias”- -“¿Eso te dijo el mago?”- -“Eso me dijo que me envió por ti”- -“Espero que quien te haya enviado entonces tenga buenas intenciones…”- -“Espero yo también, mira, vamos”- Ambos ven al horizonte y caminan. Los personajes van hacia al frente del escenario, bajan y siguen hacia afuera del teatro.
La escena queda vacía, se escucha al alcalde gritar –“¡No! ¡Basta! ¡Basta ya! ¡Te lo diré todo! ¡Te lo diré todo, pero déjame!”- Sale Germán arremangándose, furioso, se encuentra con Algercito, este le ve y dice –“¿Qué has hecho?”- -“Le saqué la verdad a ese cerdo”- -“¿La verdad sobre qué? Oh… Misfit”- Germán asiente con la cabeza, Algercito sigue –“¿A dónde se fue?”- -“A través de los portales”- -“Pero el viejo dijo que no debería”- -“Pero no le importó… Después el viejo ese reapareció y dijo que nadie había podido salir de ahí nunca antes”- -“Oh, dios ¿qué haremos?”- -“El alcalde conocía al viejo. Nostromo es el que provocó esto, nada ha sido sin querer, Nostromo sabía cómo es Misfit y él la dirigió hacia su perdición”- -“Era el as bajo la manga del alcalde”- -“Debemos encontrarlo, él sabe cómo salvar a Misfit”- -“¿Pero cómo lo encontraremos? nunca antes lo habíamos visto”- Se escucha Zamora graznar a lo lejos, ambos se emocionan y gritan –“¡Volando!”- Algercito dice –“Podemos planear por sobre la aldea y sus alrededores para encontrarle”- -“Vamos, no hay tiempo que perder, Misfit está en peligro”- Salen corriendo.
Entran a escena nuevamente Sabine y Wilson; él se detiene, ella pregunta –“¿Qué pasa?”- -“Hasta aquí es”- -“¿Hasta aquí  es qué?”- -“Hasta donde puedo acompañarte… A partir de ahora debes continuar por ti misma”- -“Ohm… Ok, qué genial que me hayas ayudado a llegar hasta aquí, un punto diferente de nada a otra nada donde estaba antes, ahora estaré, al menos, perdida un poco más lejos de la nada en la que antes caminaba ciegamente”- Wilson la mira cansado de su sarcasmo –“No, en serio, muchas gracias, pero ¿De qué me servirá? ¿Qué diferencia habrá entre estar perdida allá que acá? Te juro que te agradezco tu ayuda, tu paseo y todo, pero no sé qué debo hacer ahora ¿Camino derecho? ¿Giro? ¿Brinco en un pie?”- -“En serio discúlpame, pero más allá no te puedo acompañar… Toma”- Le entrega su brújula, ella se sorprende y dice –“¡Tu brújula! ¡Me estás dando tu brújula!”- -“Ahora la necesitarás más que yo”- -“¿Y tú?”- -“Yo sé por dónde volver, llevo años recorriendo los caminos mismos… me gusta ver a las aureolas imperiales… Más adelante sí hay más cosas, pero el viaje que estás realizando no lo puedes hacer con nadie más”- -“Ok… Entonces ¿solo me dirijo al sur y ya?”- -“Sí, mira, éste es el norte, éste es el sur, éste es el oeste, éste es el este… A estos dos no vayas, no hay nada”- -“¿Y hacia allá sí?”- -“Sí, hay mucho”- -“¿Qué hallaré allá?”- -Cuando hayas entrado a los extremos sur verás a las medusas, vuelan y expiden luz… no las toques, queman, dicen”- -“¿Quién dice?”- -“La gente… ya sabes…”- -“¿Sí hay alguien más aquí con nosotros, Wilson?”- -“¿Quién sino esos otros son los que me hablaron de las medusas… Yo he decidido ya no ir más allá… las medusas solo queman… lo que sigue es peor”- -“¿Qué sigue?”- -“Los terrores de cada viajero son diferentes”- -“Ok… ¿Y cuándo sabré que he llegado a donde se supone que debo llegar?”- -“¿Al sur?”- -“imagino”- -“Lo sabrás estando allá… dicen”- Se quedan callados nerviosos –“Wilson ¿fue el mago quien te mandó a guiarme?”- -“No, Sabine, ya te he dicho que no, quien me envió estoy seguro que le interesas más que al mago del que hablas… a ese no lo conozco”- -“¿Y cómo sabes que le intereso más?”- -“Simplemente lo sé… En la nada, nada es tan complicado como en el algo”- -“Espero estés en lo correcto”- Se rasca su codo angustiada –“Pues… adiós y gracias”- -“Adiós y de nada, Sabine, buen viaje… sé sabia, resiste, hay mejores cosas al final, aguanta”- Se apaga la luz.
Se oye el graznido de Zamora, se alza al azul lumínico y la neblina; Algercito y Germán brincan hacia el escenario, se ve la sombra del ave partir. –“No, no vi nada”- -“Ese sujeto es bueno para desaparecer”- -“¿Qué haremos entonces Maul? ¿Crees que las puertas sean derribables?”- -“¿Sugieres que las tumbemos? Son mágicas ¿no crees que pudiera pasar algo peor? ¿Traer algún mal irreparable a la aldea?”- -“Debemos de salvar a Misfit”- -Sí, pero se supone que yo soy el impulsivo, no tú, Alpy, tú eres el concejal centrado”- -“Misfit salvó a nuestra aldea, si corre peligro debemos ayudarla”- -“No sé cómo podríamos hacerlo”- -“Yo lo sé”- Entra Nostromo –“¡Tú! ¡Manipulador tramposo!”- Se le lanza Algercito, pero Germán le detiene; luego voltea hacia el vagabundo y clama –“¡¿Qué son esas puertas?! ¡¿Cómo podemos salvar a Misfit?!”- -“Misfit fue a un lugar al que se le advirtió no ir, ella estaba predestinada a viajar hacia allá, pese a que yo se lo advirtiera, pese a que la encadenaran, pese a que nunca la hubiera traído a la aldea, era su destino”- -“¡Y tú fuiste su facilitador!”- Apunta Algercito su dedo con ira –“Sí, yo lo fui, porque mi destino era ese”- -“Antes dijiste que nadie ha salido de la segunda puerta”- dice con aflicción Germán, y sigue –“¿Ese fue el destino del Mago también?”- -“El Mago… En efecto conocí a su dichoso y alabado mago… y no solo por la piedra esa en medio de la aldea… yo estuve con él el día que dejó la aldea”-
Varios puerquitos esclavos entran en escena jalando la pared con las siete puertas. Nostromo, Germán y Algercito se quedan mirando; el último menciona –“¿Qué está sucediendo? ¿Porqué los esclavos están volviendo actuar como esclavos? ¡Ya eran puerquitos libres!”- -“Lo siguen siendo, mira… no estamos en el presente… es el pasado”- dice Germán sorprendido; Algercito escépticamente dice –“¿El pasado? ¿De qué demon…”- Se queda sin palabras, entra el Rey Mago, admira las puertas, las analiza, hace anotaciones mentales para sí mismo, acaricia su larga barba, voltea hacia todos los lados del escenario, ve al público; finalmente regresa su mirada a las puertas y estando de espalda dice –“No lo sé Nostromo, no sé si haría lo correcto”- -“Mucho correcto ya has hecho”- dice el Nostromo que está junto a los concejales. Algercito se desconcierta al darse cuenta que el Nostromo a su lado interactúa con el Mago del pasado; el vagabundo prosigue –“¿No crees que has hecho suficiente por tu aldea? ¿No crees que dejaste todo listo para lo que seguirá después?”- -“¿No crees que podría haberme equivocado? ¿No crees que si sale mal esto no sabemos quién quedará en poder de las siete puertas? ¿No crees que debí de haberle dicho al sol o aunque sea despedirme de él? Siempre fue un tremendo amigo”- -“Divagas dispersamente porque no temes por la aldea, temes por ti… y sabes que si temes entrar por las puertas mejor deberías quedarte por aquí a hacer pactos con los poblados aledaños y los hijos de tus alumnos hasta el último de tus días”- -“¿Sabes cuándo es el último de mis días?”- Nostromo no dice, al Mago continúa –“Por supuesto que lo sabes, me desespera lo tanto que sabes”- -“He visto tus dos destinos, en ambos hay bien y mal… más, sabes que no debería de decirte”- -“No espero que lo hagas, honestamente”- -“Debes decidir ahora, sí entras o sí te quedas, elige… sabes que hay otros que esperan igualmente por un consejo de mi sombrero”- -“Es la puerta del centro ¿verdad?”- -“Sí”- -“¿Qué hay en las otras puertas?”- -“En una está tu origen… sabes que tu origen es también tu final, un final inmediato, vuelves a ser exactamente lo que siempre fuiste”- -“¿Y en las otras cinco?”- -“Una es la puerta a la que Misfit debería entrar…”- Al oír esto, los ojos de Germán estallan en sorpresa, va a explotar contra el vagabundo, pero Algercito le detiene para que la secuencia continúe y no quede ninguno de los cabos sueltos –“Las otras cuatro dan a realidades inexplicables, noches tenebrosas sin fin, fabricas de maquilación de ciudadanos, un vacío lleno de gigantes, la imaginación de alguien que observa…”- -“No pienso averiguar a qué te refieres con todo eso, pero si a la puerta central es a la que debo entrar, eso haré… ¿Estás seguro que Misfit no entrará a la puerta adecuada?”- -“Lo adecuado es relativo, lo sabes… Ella entrará a la puerta a la que está destinada a entrar, no a la que le regresará al lugar al que debería de ir para tener una salvación adecuada”- -“Pues mi partida ha llegado”- -“Hasta pronto”- -“Guía a los que tengas de guiar después de mí en un camino de sabiduría y verdad”- -“Sabes que lo haré”- -“Gracias”- El Mago voltea a ver a Germán y Algercito y les dice –“Sé que han actuado bien hasta ahora, confío en que lo seguirán haciendo, porque su destino es mayor al que creyeron que les tocaría… no actúen impulsivamente, sino conscientes, sino pertinentes… Yo sé que lo harán”- Ambos no saben si es parte de la ilusión del pasado o es a ellos a quien se dirige, se voltean a ver extrañados, voltean hacia atrás para ver si hay alguien más a cuadro, alguien a quien se dirigía el mago –“Me dirijo a ustedes, Maul, Alpy, que aunque nunca antes nos conocimos, y aunque me ven desde un tiempo lejano al que ahora estamos, sé que están mirando, sé que es la última lección de mi legado. Actúen sabios, actúen bien… Sean prudentes, sean discretos… No muchos aguantarían el viaje que apenas está por comenzar”- Nostromo voltea a verles sonriendo. –“Adiós a todos”- Dirigiéndose al público dice –“Adiós a ustedes también”-  La puerta se abre emitiendo el resplandor de las veces anteriores, emitiendo el mismo impacto y poder que antes, y el mago cruza; la puerta queda entre abierta. Una puerta más también se abre levemente quedando con la misma apertura que la puerta central.
-“¿Qué demonios ha sucedido?”- Dice Germán anonadado. –“¡Dime que tú también viste lo que acaba de suceder!”- exclama Algercito a Germán, luego voltea con Nostromo y le reitera –“¡¿Qué demonios ha sucedido?!”- -“¿Lo han visto? Todo lo que ha sucedido no pasó por casualidad o capricho mío; así como lo vieron ahora así fue en el pasado, ustedes estuvieron ahí antes como ahora, de haber sido diferente jamás se hubiera podido llevar a cabo nada de lo que sucedió, y el que Misfit esté dentro de la puerta tampoco fue por coincidencia”- -“Pudiste haberle dicho que entrara a la puerta que la llevaba a su casa”- dice Germán; Nostromo reafirma –“Ella eligió, y por eso mismo el Mago tuvo que entrar a la puerta por la que entró y no a otra”- -“¿El Mago está ahora con ella?”- dice Algercito con preocupación –“Es improbable… han pasado muchos años desde entonces”- -“¿Tú has entrado a la segunda puerta? ¿Sabes lo que hay allá dentro?”- insiste en la preocupación –“Como les dije antes a Maul y Pigette, no he sabido de nadie que haya podido salir de la segunda puerta”- -“¿Y porqué le dicen la segunda puerta? ¿Cómo saben que las otras seis puertas no van antes?”- -“Nostromo se refiere a que Misfit cruzó una puerta para llegar a la aldea, luego entró a una segunda”- -“¿Y porqué han quedado dos puertas abiertas y no una?”- -“Por una entró el Mago, esa puerta fue la misma por la que Misfit entró… la otra es la que dijo que llevaba a casa”- dice meditante Germán, Algercito, aún ingenuo sigue –“¿La dejó abierta para cuando traigamos a Misfit de vuelta pueda regresar a su casa?”- -“No lo creo”- Nostromo se alegra y dice –“¡Sí! ¡Has entendido qué te sigue en tu camino!”- -“¿Qué? ¿De qué habla éste? ¿Maul?”- -“No debemos de ir a la puerta central, debemos ir a la realidad de donde vino Misfit, ahí está la clave para su liberación… seguramente el mago le ayudará a librar cualquier mal que esté allá dentro mientras nosotros encontramos algo que no sé que es para eliminar ese aparente decreto negro de que nadie puede ir más allá de la segunda puerta… No debemos entrar a la puerta central, sino a la otra, esa será nuestra primera puerta, nosotros seremos los primeros aldeanos viajeros”- -“¿Nosotros? ¿Y el Mago?”- -“El Mago no era parte de la aldea, él la hizo, bajo la magia de Misfit… aunque ella no crea en ésta”- -“Yikes”- Nostromo les observa y comenta –“Pues entonces han trascendido los límites de la simple aldeanía… su momento más intenso comienza ahora ¿están listos para cruzar?”- Se voltean a ver; ambos se sienten más pequeños e insignificantes de lo que nunca fueron, se sienten a la deriva, a la orilla de un incierto como el que nunca vivieron; en su educación para el festejo del 25 de abril nunca les advirtieron de esta impactante desviación, nunca les dijeron que viajarían entre mundos, nunca les prepararon para nada de lo que aparentemente era realmente importante. –“No sé tú Alpy, pero creo que no nos queda de otra… No veo otra opción ¿La ves tú?”- -“No Maul, creo que no la hay… es arriesgarnos y cruzar o arriesgarnos a que Misifit muera o algo peor”- Nostromo dice –“Entienden perfectamente la importancia de sus decisiones, así que entren, sean parte de sus destinos, presencien lo que ningún otro aldeano ha presenciado, trasciendan, trasciendan, trasciendan.”- Germán abre bien la puerta, voltea a ver a Nostromo con terror a lo desconocido, ve hacia dentro, y nuevamente ve hacia afuera, ésta vez a Algercito, le extiende la mano, su compañero traga saliva y brincan juntos hacia dentro. Nostromo se acerca a cerrar la puerta central y hace una seña a los esclavos y sacan de la escena la pared con las siete puertas; el vagabundo sale detrás de ellos.
El escenario queda vacío, frío, triste, nocturno. Se escucha un clamor a lo lejos, el clamor más triste y desesperado de todos, el de una madre que ha perdido a su hija, y que aún con todo lo que la gente le ha dicho, con toda la negatividad sobre ella, ella no puede despegarse de la esperanza de que puede encontrarla. –“¡Sabine! ¡Sabine! ¡Sabine!”- Entra en escena gritando y corriendo, con los folletos entre sus brazos, corre hasta caer de rodillas y estallar en llanto inconsolable –“¿Dónde, dónde estás Sabi? ¿Porqué te fuiste? ¡Por dios, espero te hayas ido y no que alguien te haya llevado a no sé dónde! ¡Sabine! ¿Dónde estás? ¿Porqué te fuiste? ¿Porqué no vuelves? ¿Qué fue lo que hice tan terriblemente mal? ¡Sabine!”- Entran Juan Carlos y Kevin a ayudarle a recoger los folletos, Juan le acaricia el hombro pero no tiene ni el valor ni las palabras para brindarle el más mínimo consuelo ¿cómo lo haría? ¿qué palabras se le dice a quien todo lo que ama ha perdido? –“¿Mamá? Estos no son volantes, son dibujitos”- -“Oh”- dice la mamá mientras los toma y los ve, estropeándolos con sus lágrimas –“Son de Sabine, ésta mañana que estaba buscando más fotos de ella los encontré en mi cajón, siempre le gustó dibujar... hasta que entró en la secundaria como que dejó de hacerlo”- -“Sí lo recuerdo mamá, solo que estos no los conocía”- -“Oh, es que son de un cuento que le pidieron hacer en primaria, al final me lo regaló, y lo guardé en mi cajón de cosas importantes. Debí de haberlos dejado en mi buró y encima puse los volantes antes de salir”- Se seca las lágrimas. –“¿Puedo ver?”- cuestiona Juan Carlos, Kevin se los pasa –“Wow, ¡sí que tenía imaginación! ¿Qué le pasó?”- -“Se perdió”- dice Kevin a secas, quedándose ahí parado frente a ellos, con su normal ropa infantil de siempre, y trayendo consigo un muñeco de trapo; sigue –“pero ya le dije a mi mono que nos ayude a traerla a casa”- -“Eso es todo campeón, tu mamá necesita toda la ayuda que le podamos dar, hasta la de tu muñeco de trapo”-dice Juan y luego ayuda a la mamá a levantarse. –“Vamos amor, vámonos a la casa, ya es tarde, ya es noche y por este vecindario ni conocemos, no sabemos quién puede aparecersenos a esta hora, y lo menos que necesitamos ahorita es que nos pase algo a nosotros a parte… Si Sabine está bien, debemos estar bien nosotros también para recibirla en cuanto vuelva”- -“Está bien, mi niña está bien… es muy lista, sé que está bien… es berrinchuda, corajuda y testaruda, pero no una víctima, Sabine está bien”- -“Por eso, es lo que digo, vámonos a casa para estar listos para su regreso”- -“¿Todavía crees que regresará por sí sola?”- -“Ok, si quieres seguimos buscando, pero busquemos en otro vecindario, aquí está feo y nos pueden asaltar o algo peor”- La mamá voltea a ver a Kevin, y es hasta entonces que cree que la idea de Juan Carlos no es tan mala –“Tienes razón, mi vida, vámonos, pero quiero seguir buscando un par de horas más antes de irme a dormir”- -“Mamá, yo ya tengo sueño”- dice Kevin mientras talla sus ojos. La mamá los entiende, pero ella también es terca y no cree que sea hora aún de frenar su búsqueda. –“Ok Kevin… Juan te llevará a la casa y yo me quedaré buscando, y más tarde llego yo sola, así caminaré pegando pósters”- -“¿Estás segura? Te digo que aquí es peligroso”- Dice Juan Carlos alterado, ella responde –“¿Puedes hacerte cargo de Kevin un par de horas y ya voy yo?”- Se resigna y dice –“¿Hay algo para hacerte cambiar de opinión? Claro que no… y claro que puedes confiar en que lleve a Kevin a la casa y lo arrope, dormirá bien… tiene sus juguetes ¿no es cierto campeón?”- Juan toma a Kevin de la mano disponiéndose a partir, pero el niño frena la salida –“Espera Juan”- Corre hacia su mamá y le da su mono de trapo diciendo –“Mamá, toma, ya le dije a mi mono que nos ayude a encontrar a Sabine, quien lo tenga la hallará, si sigues buscando sin mí debes de tenerlo tú”- La abraza –“Muchas gracias Kevin, espero que para cuando despiertes te tenga buenas noticias”- -“Yo también lo espero, mamá”- Ella le toma de las manos y le da un beso amoroso en la frente. Se sonríen, y luego el pequeño corre a tomar la mano de su padrastro, quien dice –“Estaremos bien, espero que tú también”- -“Lo estaré, gracias… Cuídalo mucho por favor”- -“Sabes que lo haré”- Juan Carlos y Kevin salen de la escena por el extremo derecho del escenario.
La madre se haya sola en medio del escenario, en medio de la nada, tan perdida como su hija, y ni una ni otra sabe nada sobre sí o sobre sus respectivos dolores. Se escuchan murmullos, ella pasa de tristeza a alerta en instantes. –“¡¿Quién está ahí?!”- Se aferra a los volantes y los dibujos como si fuesen antibalas –“¡Salgan de donde quiera que se escondan! ¡Voy a jiu jitsu! ¡Sé defenderme! ¡No se les ocurra hacerme daño que no temeré en hacerles daño yo a ustedes!”- Los susurros continúan, pero la madre se muestra cada vez más asustada y vulnerable, lo que más le desespera es no ver quiénes son los que murmuran. –“Ok, ok, ¿quieren mi cartera? ¡Tómenla! Solo no me hagan daño, verán, estoy a mitad de la nada, a mitad de la noche porque mi hija se ha extraviado, y necesito seguir buscando hasta que mi cuerpo aguante… tomen mi dinero, tomen mi celular, pero denme chance de seguir buscando, debo de estar ahí para cuando mi niña aparezca”- Una de las voces finalmente se distingue –“¿Cómo se llama su hija?”- Se escucha una voz ruda pero fingida, como entonada por un niño –“¿Eres un niño?”- -“¡Que cómo se llama su hija! ¡Conteste señora!”-  -“Sal a donde pueda verte niño, y deja de fingir la voz, no tiene gracia asustar a las personas en medio de la noche, y más con una desgracia como la mía”- -“¿Cómo se llama su hija?”-  Suena otra voz sin fingir. Ella se extraña, pues la voz le parece familiar, se atreve a preguntar –“¿Algercito? ¿Germán? ¿Son ustedes?”- La voz fingida dice –“No señora, usted debe confundirnos, nosotros no conocemos a ningún Algercito ni Germán o como sea que haya dicho”- -“Salgan a donde pueda verlos”- Germán y Algercito, los aldeanos Maul y Alporsky emergen del lado contrario de donde la mamá se halla; se les queda viendo pasmada por su aspecto porcino –“¿Germán? ¿Algercito? ¿Son ustedes? ¿Están disfrazados? ¿Qué hacen así aquí a mitad de la noche?”- Se acercan precavidos a ella sin decir palabras, ella reitera –“¿Porqué traen esas máscaras? ¿Sí son ustedes?”- Germán, siguiendo con la voz fingida insiste –“Que ¡¿cómo se llama su hija?!”- -“Pues ustedes lo saben, mi hija es Sabine”- Les enseña el folleto, Algercito corre a tomarlo y se lo enseña a Germán, los dos se emocionan –“¿Sí son ustedes, chicos?”- La ignoran pues entre ellos comentan en voz baja –“¡Es ella a quien venimos a buscar, ella es la clave de estar aquí!”- -“¿Chicos?”- Voltean a verla y Germán ya con su voz real dice –“No señora, no somos ni ese Germán ni ese Algercito, no le vamos a mentir, ya habíamos sido confundidos con ellos, pero ellos son otras personas, nosotros somos Maul y Alporsky”- -“Maul… sí, recuerdo tu apodo, Sabine me lo dijo, el de ella es Misfit… no sabía que Algercito también jugaba a eso de los apodos… ok, les puedo llamar así si quieren… ¿qué hacen por aquí tan noche?”- -“No señora, no somos lo que usted cree”- insiste Germán, ella insiste también –“¿Qué hacen en estos rumbos y disfrazados de puerquitos?”- Se acerca a ellos, toca sus “máscaras” y da un brindo para atrás del susto –“No son máscaras”- -“No señora, es lo que hemos tratado de decirle”- continúa Germán –“No somos esos a los que usted creyó estar viendo, no les conocemos, pero hemos oído hablar de ellos”- -“Madre santa ¿qué son ustedes?”- -“Somos aldeanos”- interviene Algercito, pero Germán se impone pues lo que él va a decir es más importante –“Hemos oído de estos niños por Sabine”- -“¿Qué? ¿Están burlándose de mí? ¿Me he quedado dormida en medio de mi búsqueda?”- -“¡No señora, no somos un sueño, y también estamos buscando a Sabine!”- Al oír esto, la madre trata de calmarse ante quienes aparecieron; pregunta –“¿Saben algo de Sabine? ¿En qué clase de lío se metió esta vez?”- -“En uno de los más difíciles de salir, por eso hemos tenido que venir hasta aquí para encontrarnos con usted”- -“¿Ustedes saben dónde está?”- -“Específicamente no, pero con usted a nuestro lado conocemos a alguien que nos puede ayudar a traerla de vuelta a casa”- -“¿Me van a ayudar a traer a Sabine de vuelta?”- -“No, usted será la que nos ayude a nosotros a ponerla a salvo”- -“¿Mi niña no está a salvo?”- -“Es una larga historia, por ahora venga con nosotros que el tiempo es oro”- La madre está en shock, dos puercos adolescentes se le han aparecido de la nada y le han ofrecido ayudarle a buscar a su hija extraviada. Algercito es más amable y dice –“Vamos señora, ayúdenos a encontrar a Sabine para que vuelva a casa con usted, es lo único que queremos”- Le estrecha la mano; la madre se tarde en responderla, pero al final cree que ya no le queda otra opción sino seguir a estas posibles alucinaciones a donde quiera que la deban llevar. Toma la mano de Algercito y corre con ellos. Salen de escena, se cierra el telón.

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